Manual de Historia de Galicia

1952

Vicente Risco

“la revolución estaba en marcha y no había de tardar en extenderse en toda Galicia”

O recorrido do Manual de Historia de Galicia pola Idade Media en Galicia desenvólvese arredor de sete grandes apartados, que abarcan dende o paso dos suevos polo noroeste peninsular ata o reinado de Isabel e Fernando:

1) ”Los suevos”, no que se recorre a historia política na rexión galega durante a ocupación sueva e posteriormente a visigoda.

2) ”Moros y cristianos”, poñendo o foco nas expedicións musulmás e normandas, así como na fundación de Santiago de Compostela.

3) ”La era de Compostela”, centrada nos eventos políticos dos séculos XI e XII, onde cobrará especial importancia o bispo Xelmírez.

4) ”La cultural gallega en el siglo XII”, centrada tamén en Xelmírez, mais destacando os elementos culturais, desde a peregrinación ata a arquitectura.

5) ”La gran revolución comunal”, destacando a fundación de distintas urbes a partir do reinado de Fernando II, así como os conflictos entre os habitantes das cidades e os seus señores.

6) ”Feudalismo y comunalismo”, que consiste fundamentalmente nun recorrido político polos eventos do século XIV.

7) ”Las Hermandades”, sección centrada nas revoltas irmandiñas do século XV, así como na afirmación do poder dos Reis Católicos en Galicia.

Vicente Risco (1884-1963) foi un intelectual de orixe ourensá, vinculado ao nacionalismo galego, en torno ao cal escribiu unha das súas obras, Teoría do nazonalismo galego (1918). Asimesmo, foi un dos fundadores da revista Nós. Tras o estalido da Guerra Civil, oriéntase cara a posicións próximas ao franquismo.

Idacio, López Ferreiro, Manuel Murguía.

Respeto ao período suevo na historia de Galicia, Vicente Risco presenta un relato no que existe un enfrontamento entre o grupo xermánico e os anteriores habitantes do nordeste peninsular, basándose no cronista Idacio:

“Idacio, narrador de esos acontecimientos, parece presentar a un grupo de galiaco-romanos que mantenía relación con el Imperio y la resistencia contra los suevos; los godos intrigaban con el partido romano para sublevar a los gallegos (…)” (p. 75).

Esta oposición adquire en ocasións unha dimensión relixiosa.

“[A]parece el gálata Ayax, apóstata y antiguo arriano, y empieza a predicar, protegido por el rey, la doctrina de Arrio, que profesaban los godos: el Verbo no es consubstancial con el Padre (“homousios”), sino semejante a El (“homoiousios”), no es co eterno con el Padre, sino que ha sido creado de la nada, para que a su vez crease el mundo, realizando las ideas del Padre; es hijo de Dios, pero es una criatura.

La herejía prendió en los suevos siendo una nueva causa de oposición con los gallegos, que se conservaron fieles a la doctrina ortodoxa, a excepción de algunos priscialianistas y maniqueos, animados por el romano Pacencio, exiliado en Galicia, en 468, y reducidos grupos que persistían en las prácticas paganas”.

É central a conversión dos suevos ao catolicismo:

“Teodomiro (559-570) debió suceder a Charrarico. Parece haber sido un rey pacífico, y bajo él, suevos y gallegos parecen formar ya un solo pueblo. Rey civilizador y protector de la Iglesia, extirpó el arrianismo, reunió, en 561, el primer Concilio de Braga, en el que la fe católico se muestra definitivamente triunfante en Galicia, y otro en Lugo, en 569, al que se atribuye la elevación de aquella silla a Metropolitana, el establecimiento de la exposición perpetua de Jesús Sacramentado en su iglesia, y una nueva división de diócesis y otra de Condados, para el gobierno del país”.

A pesares da conquista de Leovixildo, Galicia conservaría unha realidade propia, segundo Vicente Risco:

“Parece que Galicia conservó, bajo los reyes godos, sus leyes y costumbres y su régimen anterior. A veces, el rey godo de Toledo manda a un hijo suyo, asociado al trono, para que la gobierne, como sucedió con Recesvinto y con Witiza” (p. 79).

A presencia dos moros en Galicia é minimizada por V. Risco: “La leyenda popular atribuye a los moros todos los monumentos antiguos de Galicia, pero estos moros, que aún viven encantados en los Castros, representan seguramente a los antiguos paganos. Las noticias históricas, bastante  confusas, señalan una expedición de Abdelaziz, hijo de Muza, en el año 716, que llegó a Britonia, en el extremo Norte”. (p.86)

Durante o período asturiano, Vicente Risco plantea, baseándose en ideas de López Ferreiro, a posible existencia de reis independentes en Galicia, inclusive un mítico “Estado de Iria”:

“El problema histórico de la existencia de reyes independientes en Galicia, lo propuso López Ferreiro fundándose en un documento de San Martín Pinario, de 788, que confirman “Ramirus rex” y “Silon rex” (documento argüido de falso) y en otros dos del siglo X, que se refieren a un rey Silo, que no puede ser el de Asturias; en el territorio de Deza, en que se localizan los lugares aludidos en estos documentos, se conservan como nombres de lugar, los de Don Ramiro y Don Sión, curiosamente coincidentes con los de aquellos pretendidos reyes. El supuesto Estado de Iria, habría persistido hasta Alfonso el Casto” (p. 89).

A influencia de Galicia tras a morte de Alfonso o Casto:

“Alfonso el Casto murió en 842, sucediéndole Ramiro I. Con éste se inicia un predominio de Galicia en el reino occidental. En esta época aparece Galicia repartida entre poderosos Condes, que, a veces, parecen más bien jefes de clanes que verdaderos señores feudales. En los documentos aparecen los Condes Scipion, Sonna, Pedro, Gatón, Froila Bermúdez, Hermenegildo, Alfonso Bettote, etc. Poseían grandes tierras en las que ejercían protección, señorío y gobierno, inmenso número de siervos, colonos, clientes, infanzones a su servicio. Se levantan contra los reyes, con los que muchos estaban emparentados, o los apoyan contra los moros o contra los rebeldes. Las iglesias y monasterios, dueños también de grandes propiedades, eran centros de influencia y de cultura, donde se educaban los jóvenes de la alta nobleza” (pp. 92-93).

O goberno do territorio galaico, encargado polos reis asturianos aos seus fillos, enténdeo Risco como constitutivo dun Reino de Galicia:

“En 862, Ordoño hizo rey de Galicia a su hijo Alfonso III. Era preciso poner mano en las costumbres del clero: los escándalos de los Monasterios dúplices, el casamiento y el concubinato de los seculares…” (p. 94)

“En 904, Alfonso III puso por rey de Galicia a su hijo segundo, Ordoño, que continuó siéndolo en el reparto que su padre hizo de sus Estados (…). En 914 heredó a su hermano García de León. Hizo rey de Galicia a su hijo Sancho y murió en 924.

Sancho Ordóñez fué desposeído al comienzo por su tío Froila de Asturias, pero recobró Galicia a su muerte, en 925 (…). En 929 murió Sancho Ordóñez, con lo cual, Alfonso IV recuperó el reino de León y se hizo dueño del de Galicia, cuyo gobierno confió al Conde Gutierre Menéndez.” (p. 95-96).

A transición desde o século X ao XI resulta ser unha época de caos en Galicia, debido ás invasións de Almanzor (997) e de Olaf Haraldson (1014). Segundo Risco:

“Quedó Galicia muy quebrantada después de aquellos sucesos, y hundida en la anarquía. Alfonso V murió luchando con los moros, en el sitio de Viseo, en 1020, y le sucedió su hijo Bermudo III (1028-1037), contra el cual se levantaron los Condes gallegos Oveco Díaz y Rodrigo Romáriz, que se sostuvieron mucho tiempo, hasta que el rey los venció y confiscó sus bienes. Un bandido llamado Sisnando Galiáriz realizó una porción de golpes afortunados contra villas y monasterios, en que robó ganado y cautivó gente, llegando a cortar las orejas y los rabos de los mulos que llevaban vino para el rey. Los monjes huían de los monasterios; los clérigos, ignorantes y viciosos, vivían como los legos; en Compostela no había más que siete canónigos, y éstos sin regla y no llevaban vestimenta eclesiástica ni tonsura” (99-100).

O rei García:

“En 1063, celebró el rey Fernando Junta en León, para dividir el reino entre sus hijos. Dio al mayor, Sancho, el reino de Castilla; al segundo, Alfonso, el de León; al tercero, García, el de Galicia, y a sus hijas Urraca y Elvira, los señoríos de Zamora y Toro y los Monasterios reales. En 1065, falleció Fernando I.

Don García se había educado en la escuela catedralicia de Compostela, bajo Don Cresconio, que le enseñó las disciplinas liberales (…). Fué coronado y ungido en la iglesia apostólica (…).

La tradición afirmativa que tuvo su Corte en Ribadavia, y su palacio donde está el convento de Santo Domingo. Parece que se dejaba llevar de los consejos de un privado llamado Vernula, el cual se hizo tan odioso, que los señores llegaron a matarlo en presencia del rey. Este tomó venganza, lo que obligó a algunos nobles a exiliarse del Reino”. (p. 110)

Alfonso Raimúndez Destácanse os disturbios urbanos do século XII, baixo o título de “Revolución comunal”:

“Obedecían a un movimiento general en la Europa de entonces, a una aspiración de libertad sentida en todas las ciudades, donde se formaba una nueva clase social que, obedeciendo a la “gran fuerza expansiva que en aquella época contenía la sociedad”, según dice López Ferreiro, reclamaba también sus privilegios. Las ciudades tendían a segregarse y a oponerse a la sociedad feudal, esencialmente campesina y a organizarse en pequeñas repúblicas libres.

Para ello, los vecinos de Santiago formaron Hermandad, proclamaron a Doña Urraca Señora y Abadesa y arrojaron al Prior de la Conga y al Vilico. Luego convocaron al Clero y al pueblo, revocaron todas las leyes y ordenanzas e hicieron otras nuevas; destituyeron a los oficiales del Obispo y nombraron otros que se adueñaron de los edificios públicos y asumieron el señorío de la ciudad. Era la revolución completa y total. Esta revolución tenía sus tribunos: el principal se llamaba Arias, y era un orador de gran fuego, a quien Gelmírez, amenazado por un motín popular, tuvo que nombrar Arcediano” (p. 125).

V. Risco interpreta a revolta compostelá, pese ao seu fracaso, como sintomática dun proceso máis amplo:

“Los populares estaban vencidos, pero no para siempre; la revolución estaba en marcha y no había de tardar en extenderse en toda Galicia” (p.127)

De feito plantéxase unha sorte de presión popular que levaría a esixencias políticas nas vilas e cidades galegas, onde o suxeito central sería unha sorte de “burguesía”:

“Las exigencias del elemento popular eran cada vez mayores. Los burgueses de las ciudades y villas, de los puertos de mar: Coruña, Padrón, Pontevedra, Túy, y otras del interior: Compostela, Lugo, Ribadavia, Allariz, dedicadas con éxito al comercio, habían llegado a una posición económica desahogada, haciéndolos tan ricos que podían establecer fundaciones y hacer donaciones a las iglesias. Entonces necesitaban también conquistar una posición política” (pp. 146-147)

Importancia del Jubileo:

“En 1181, siendo Arzobispo Don Pedro Suárez de Deza, Alejandro III, por la Bula “Regis Aeterni”, concedió a la Iglesia del Santo Apóstol la gracia y privilegio del “Jubileo”, según el cual todos los fieles cristianos que debidamente arrepentidos de sus pecados visiten la Catedral de Compostela durante el año en que la fiesta del Apóstol, 25 de julio, cae en domingo, pueden ganar indulgencia plenaria y obtener el perdón de todas sus culpas, aún en los casos reservados a la Santa Sede. E igualmente, a los que la visiten en un año cualquiera, en lo días del Martirio y de la Traslación de Santiago y de la Dedicación de la Iglesia.

Privilegio verdaderamente grande, que señaló y distinguió a nuestra Iglesia Apostólica entre todas las de la Cristiandad y contribuyó por ello grandemente a aumentar la poderosa corriente de peregrinaciones, que tan insigne hicieron a Galicia en aquel tiempo. El primer Jubileo se celebró el año de 1182” (p. 149)

A figura de María Castaña, unha visión negativa:

“Una figura famosa de estas luchas, en Lugo fue la semilegendaria “María Castaña”, cuyo nombre pasó a los proverbios populares, y que, en 1386, se acusa de haber causado mal a la Iglesia y de haber matado a Francisco Fernández, Mayordomo del Obispo Don Frei Pedro de Aguiar” (p. 174)